miércoles, 15 de octubre de 2025

Aspectos neurobiológicos del autismo (Parte 3)

 Podemos identificar dos grandes respuestas y sistemas de recompensa: el social y el no social. La recompensa social se relaciona al reconocimiento y valoración de estímulos como observación de sonrisa, afecto, etc. Mientras la recompensa no social jerarquiza elementos como ver girar un objeto, armar rompecabezas, etc. Todos estamos preparados en mayor o menor medida para responder a ambos estímulos, el simple ejemplo de respuesta a la recompensa social (sonrisa, afecto) relacionada con un beneficio no social (recibir un regalo que da alegría) nos permite entender que ambos sistemas están en sintonía. El sistema de recompensa (SR) parece ser la base de la cognición social y es fundamental un correcto equilibrio entre ambas respuestas. Una baja respuesta a una recompensa social y una mayor a objetos (ej.: mirar estructuras, dibujos, etc.) generará una menor cognición social y ésta es una de las hipótesis relacionadas al autismo y su inadecuado interés social. Justamente, las personas con autismo parecen sentir y percibir una mayor recompensa a estímulos no sociales que sociales, lo cual los lleva justamente a un menor interés en las personas. El circuito de recompensa está conformado por el área tegmental ventral, el núcleo acumbens y la corteza prefrontal, los cuales se activan frente a situaciones de agrado y recompensa mediando como neurotransmisor la dopamina. Supekar y col.5 estudiaron la respuesta del circuito de recompensa en 82 niños con autismo y 27 típicos entre 7 y 13 años. Al hacerles mirar breves películas con su actividad motora favorita y otras con escenarios sociales, los niños con autismo activaban mucho más el área de recompensa cuando miraban videos con sus actividades favoritas mientras los de desarrollo típico activaban por igual ante ambos tipos de películas. Incluso se observaron menos fibras nerviosas en los tractos que conforman el circuito de recompensa en el área tegmental ventral y el núcleo acumbens y una menor sincronía en su activación cuando les mostraban caras que cuando veían objetos . Complementariamente, el cuerpo estriado cumple un rol fundamental en el SR, procesa las señales de la corteza sobre los objetivos deseados e impulsa a neuronas de los ganglios basales a iniciar acciones para lograr esos objetivos. Los autistas muestran una actividad inusualmente baja en el cuerpo estriado cuando completan tareas que ofrecen una recompensa social, teniendo además conexiones débiles con las regiones del cerebro involucradas en el procesamiento de la recompensa. Disfunciones y alteraciones de la amígdala Ubicada en el sistema límbico, es fundamental en el aprendizaje emocional y su regulación. En personas con autismo se han identificado déficits en el reconocimiento facial, en la detección de expresiones de emoción, en la mirada egocéntrica y en la lectura de los ojos. Todos estos hallazgos están relacionados con disfunciones de la amígdala. El autismo es la expresión de un compromiso en la cognición social, relacionado a un déficit en la empatía, muchas veces secundario a una pobre comprensión de emociones. Las emociones son eventos psicológicos que influyen en nuestra conducta. La regulación de las emociones tendrá gran influencia en nuestra conducta social y se manifestará a través de reacciones autonómicas, del comportamiento y expresiones faciales. En resumen, el defecto en la percepción de expresiones faciales comprometerá la percepción de las emociones. Las dificultades en la percepción de caras y emociones, generaría la imposibilidad de inferir segundas intenciones, comprender miradas, deseos y conductas de los otros, comprometiendo así la empatía y el desarrollo de la teoría de la mente (TM) afectando la conducta social. Estudios de resonancia magnética funcional (RMf) en personas autistas, demostraron falta de activación de la amígdala derecha y menor activación en el giro fusiforme, la amígdala y giro occipital en respuesta al estímulo social, en relación con la percepción de la mirada de la cara, en especial de los ojos. Seguin y col. en 20218 examinaron los núcleos de la amígdala en 15 adolescentes con autismo y los compararon con un grupo control, detectando que el grupo 59 de personas autistas tenía volúmenes más grandes del complejo de la amígdala basolateral (BLA por sus siglas en ingles) comparados con el grupo control, este mayor tamaño se asoció con peores puntuaciones de interacción social recíproca en la Entrevista para Diagnóstico de Autismo-Revisada (ADI-R). Complementariamente, el aumento de tamaño del núcleo medial, predijo negativamente los dominios de comunicación en la Escala de Observación para Diagnóstico de Autismo (ADOS-G). La maduración del núcleo central se asoció con el dominio de comportamientos repetitivos en el ADOS-G8. El sistema de neuronas espejo, la imitación y su importancia en la empatía Las neuronas espejo (NE) se encuentran en la parte inferior de la corteza frontal, póstero-inferior del giro frontal, la corteza ventral pre-motora adyacente y la rostral inferior del lóbulo parietal, mientras que la observación del evento se inicia en el sulco temporal superior conformándose así el circuito de la imitación9. Se activan al realizar una acción y con una intensidad 50% menor solo al observarla9. Su activación ante un movimiento simulado se produce si previamente se observó la acción en forma efectiva y contextualizada, con el sentido de dicha acción. Las NE están relacionadas con la imitación y la corporización, por ejemplo de acciones o emociones. La imitación es fundamental para el desarrollo de pautas sociales. Podemos imitar gestos, expresiones faciales y acciones. Los seres humanos tienden a imitarse unos a otros socialmente. Es así que no desentonan, se reconocen socialmente y empatizan. Las mujeres con autismo realizan un gran esfuerzo para imitar situaciones, camuflando sus déficits, para así “encajar” mejor socialmente y pasar desapercibidas, lo cual les resulta muy estresante3. Este es posiblemente uno de los factores que dificulta su diagnóstico, genera un subregistro en las mismas y una peor evolución emocional 3. Disfunciones cerebrales que comprometen la empatía La empatía es la capacidad de experimentar lo que otros experimentan siendo capaces de atribuir estas experiencias compartidas a los otros y no a sí mismos. Nos permite entender los estados mentales del otro, sintiendo lo adecuado a su estado mental. Como ejemplo, al ver una persona triste entenderemos su estado mental y actuaremos en consecuencia, aunque probablemente nuestro sentimiento no sea de tristeza sino de compasión. Justamente, los precursores de la empatía son la mimetización y el contagio emocional, relacionado a la posibilidad de imitar y sentir y consecuentemente desarrollar empatía y compasión. Como vemos, la empatía es un elemento fundamental en nuestra habilidad social. Diversos estudios funcionales en personas con autismo, han demostrado baja o anormal respuesta en los circuitos de empatía, de acuerdo a las pruebas realizadas.




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